Todos, en diferentes momentos de nuestras vidas, nos hemos enfrentado a situaciones que han comprometido seriamente nuestra estabilidad, sea esta material, física o psicológica. En esos momentos, seguramente, habremos manifestado estar atravesando una crisis económica, de salud o psicológica. ¿Pero a qué llamamos crisis? ¿Aplicamos correctamente el término? ¿Creemos a veces estar en una cuando no es así? ¿Qué señales nos indican que se avecina o que estamos ya en medio de una crisis? Y, lo más importante, ¿cómo salimos de ella?
El Diccionario de uso del español de América y España define crisis como una “situación grave y decisiva que pone en peligro el desarrollo de un asunto o proceso”. Así, una enfermedad grave puede producir una crisis de salud; una profunda depresión, una crisis personal; y una acumulación de deudas, una crisis económica. Como queda claro, nadie está libre de atravesar una crisis; mas, por el contrario, no todos conocen la mejor manera de enfrentarla y seguir adelante.
CRISIS: ¿FINAL O CAMBIO?
Como bien señala Álvaro Marín Hoyos, en su libro “Cómo recuperar su empresa”, una crisis también significa cambio, han sido las grandes crisis históricas (guerras, revoluciones, pestes, etc.) las que han provocado cambios en el devenir de la humanidad, y dichos cambios han tenido siempre aspectos positivos y negativos. Lo mismo ocurre con las crisis personales: al afrontarlas tomamos decisiones que modifican el rumbo de nuestras vidas y nos permiten madurar.
Eduardo Kastika, considerado un genio de la innovación y la creatividad empresarial, nos dice igualmente que toda crisis implica una ruptura que se produce en el mundo en el que estamos inmersos. En su libro “Resolver la crisis”, Kastika señala que los mundos en transición son momentos para desaprender y reaprender, para intentar detectar los valores en gestación y, sobre todo, para definir cuál será nuestro rol en la construcción del escenario post crisis.
Asimismo, indica que una crisis no se resuelve hasta que no se gesten nuevas estructuras:
- No hay resolución de crisis sin nuevas reglas.
- No hay resolución de crisis sin nuevos protagonismos.
- No hay resolución de crisis sin nuevos talentos aplicados de diferentes maneras.
- No hay resolución de crisis sin nuevos valores.
Por tanto, si bien todas las crisis pueden traer consigo graves consecuencias, algunas de ellas definitivas, también son una oportunidad para replantear nuestro camino y buscar nuevas opciones que, tal vez, nos lleven, paradójicamente, al éxito tan ansiado.