A puertas de celebrar el bicentenario de la independencia del Perú, le presentamos cinco historias de éxito, de empresas que invirtieron en el Perú, apostaron por su gente y dejan a los peruanos un legado de esfuerzo, lucha y compromiso.
En 200 años desde la independencia, el Perú ha sido testigo de muchas historias de superación, crecimiento, innovación, trabajo duro y perseverancia que llevaron al éxito. Diversos peruanos y empresas, en distintos rubros, han apostado por el talento nacional y han trabajado con responsabilidad y con un fuerte compromiso, aportando al desarrollo del país.
Aquí les contaremos la historia de cinco empresas peruanas exitosas, que hoy en día triunfan en el país y en el extranjero y se han convertido en líderes en sus respectivos sectores; empresas cuyo ejemplo puede inspirarle para seguir trabajando hasta hacer su sueño realidad.
GRUPO PIONIER, mucho más que jeans
Pionier es una empresa peruana simbólica para el país. Con su producto bandera: los jeans, cuenta con una trayectoria de más de 38 años dentro del sector de la moda y 165 tiendas que superan los 1,000 trabajadores y registran ventas anuales por alrededor de 300 millones de soles. “La idea inicial fue poder vestir a cada peruano con prendas de calidad y diseños de vanguardia, exponiendo el valioso talento que tenemos aquí en el Perú y sin necesidad de buscar en el extranjero”, cuenta Luis Segundo Díaz Díaz, gerente general de la empresa textil Modipsa, que agrupa las marcas Pionier, Gzuck, Norton y Squeeze.
A lo largo de los años la empresa ha renovado su imagen y estilo, adaptándose a las nuevas tendencias de la moda. Por eso, ahora el público no solo encuentra en tiendas como Pionier los clásicos jeans, sino el outfit completo, incluyendo calzado y accesorios de la marca.
Pero no siempre el camino fue fácil. Desde que nació la marca y antes de la pandemia, ha enfrentado grandes batallas para posicionarse en un competitivo y voluble mercado. “Podríamos decir que uno de los retos más difíciles fue adecuarnos a la globalización digital; desde el año 2010 ha sido un trabajo constante en el cual nos estamos actualizando continuamente”, refiere Díaz. Pese a lo duro del mercado, este año la empresa ha inaugurado seis nuevas tiendas de la marca Pionier y ha logrado mejorar su “engagement” en las redes sociales. Además, ha renovado la línea de damas y caballeros, ha reforzado la línea de niños y ha dado un nuevo impulso a cada marca de Modipsa, cada una de las cuales ya tiene su propio canal e-commerce.
En momentos de crisis, la empresa se ha comprometido con varias causas sociales, que sus directivos prefieren no mencionar, aunque sí agradecen las alianzas que han hecho posible concretar ese apoyo solidario. En el año del bicentenario patrio la empresa quiere compartir su mensaje de unidad. “Un peruano ya no es enemigo de otro peruano, estamos trabajando juntos, manteniendo la meta de poder vestir a cada uno de ellos y de esa forma otorgar un trabajo digno a más personas”, comenta Díaz.
TIZZA, modelo de emprendimiento
Flor Soto es la gerenta general de Tizza, marca peruana reconocida en el Perú que nace en el año 2000 buscando satisfacer la demanda de carteras de la más alta calidad en acabado y diseño. La empresaria gestó su idea de negocio desde pequeña, pues junto a su mamá, que era comerciante ambulante, vendía accesorios para mujer y fue creciendo en el mundo del comercio, hasta que se convirtió en su pasión.
La empresa empezó con una pequeña tienda en el distrito de Jesús María, que se dedicaba únicamente a la compra y venta de carteras. Con el transcurso del tiempo llegó la competencia, con modelos y precios muy parecidos. Es por ello, que Flor decidió diferenciarse del resto y abrió su propio taller con diseños y productos originales que tuvieron gran acogida en el mercado. “Poco a poco se fueron incrementando las ventas y, ante la necesidad, decidí abrir más puntos de ventas. En el transcurso de los años, la alta demanda me llevó a adquirir mi propio local que está situado en el distrito de Breña, donde se encuentra toda el área producción y el área administrativa”, señala.
Actualmente la empresa cuenta con una fábrica donde el 50% de la producción es nacional y el otro 50% es importado de China. Se producen aproximadamente 5,500 unidades de carteras al mes. “Aquí apoyamos el talento peruano y les brindamos oportunidades de mejora; tenemos mujeres y hombres, padres de familia que en medio de la crisis están trabajando con nosotros”, refiere la empresaria.
Flor señala que sin duda la situación más difícil que ha debido superar la empresa ha sido la pandemia. “El rubro de la moda se vio muy afectado, ya que las tiendas estuvieron cerradas durante toda la cuarentena, teníamos importaciones que recién habían llegado y se quedaron paralizadas, y tuve que cerrar cuatro locales, así como también reducir personal. La toma de decisiones fue muy difícil y también la incertidumbre de lo que ocurriría”, manifiesta. Sin embargo, Tizza se fue adaptando. Repotenció sus canales digitales y sus ventas online y se enfocó en replantear el negocio para sacar nuevas líneas de productos que se adapten a las nuevas necesidades de sus clientes.
Actualmente la empresa tiene cuatro franquicias en Arequipa, Tarapoto, Huánuco y Huancayo y sus planes a futuro son incrementar las franquicias en todo el Perú. Siempre trabajando con los valores que distinguen a la compañía: compromiso, lealtad y empatía. “Queremos que nuestra experiencia sirva a otros peruanos para que nunca se rindan; por más obstáculos que se presenten en el camino, siempre deben perseguir su sueño y amar lo que hacen. Además, debemos apoyarnos unos a los otros, salir adelante con nuestro esfuerzo y con mucha perseverancia y fe, y siempre dando valor agregado a nuestro emprendimiento”, anota Flor.
LA IBÉRICA, chocolate de orgullo
La Ibérica es una de las empresas peruanas más tradicionales y, sin duda alguna, orgullo del Perú. La idea de su creación surgió hace más de 100 años, cuando el fundador, Juan Vidaurrázaga Menchaca, realizaba sus estudios en Bilbao, España, y tuvo un compañero cuyo padre tenía una fábrica de chocolate. Al volver al Perú, el empresario trajo consigo esa idea, sabiendo que aquí teníamos lo necesario para hacer buen chocolate: un cacao de excelente calidad, como es el cacao chuncho del Cusco.
Claudia Vidaurrázaga, gerente comercial y nieta del fundador, refirió que La Ibérica inició en una forma muy artesanal. “Mi abuelo molía los granos de cacao que él mismo seleccionada y tostaba, en un batán de piedra. El primer producto fue la tableta de chocolate a la taza, elaborada con 100% cacao. Posteriormente, fue adquiriendo maquinaria que le permitió elaborar chocolate con leche y azúcar, para consumo”.
Con los años, y de la mano con el perfeccionamiento en los procesos de producción, llegaron los bombones de diversos rellenos, los toffees, los mazapanes y los turrones. Pero no todo fue felicidad. En una empresa con 112 años de historia, han existido varios momentos muy complicados, que sus directivos han afrontado con creatividad e innovación. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial las importaciones se detuvieron, por lo que no era posible traer almendras desde España y eso dio pie a que se empiece a elaborar los tradicionales mazapanes con castaña de Madre de Dios. “El cambio fue tan bien aceptado que, cuando quisimos volver a la fórmula original, el público prefería la nueva versión a base de castaña peruana”, señala Claudia.
Como para muchas empresas en el país, la pandemia también fue un duro golpe que afectó la producción y las ventas de La Ibérica. Debido a que sus tiendas estuvieron cerradas por varios meses, la empresa se enfocó en otros canales de venta, como los supermercados y bodegas. Además, incursionaron en el delivery y ahora también cuentan con un e-commerce con cobertura en los principales distritos de Lima y Arequipa. Actualmente la compañía está centrada en sus planes de exportación a distintos países de Sudamérica, como Bolivia y Chile. Además, ya está presente en el mercado de Estados Unidos, con exportaciones a la ciudad de Miami, Florida.
La clave del éxito de La Ibérica en el tiempo ha sido la mística de su fundador. Su legado ha pasado a la segunda y tercera generación a través de los valores que él practicaba y enseñaba: honestidad, generosidad, eficacia, compromiso, emprendimiento y disciplina. El valor de la generosidad ha estado presente en la empresa siempre, más aún en una coyuntura tan complicada como la de la pandemia. Durante el año 2020, la compañía donó 10.6 toneladas de sus productos a instituciones de la primera línea de lucha contra el COVID-19: hospitales, Policía Nacional del Perú, Fuerzas Armadas, Bomberos y Cruz Roja, entre otros.
También, en abril del año pasado, junto con sus trabajadores y accionistas, realizaron tres colectas internas, que permitieron recaudar dinero y apoyar al personal médico del Hospital Honorio Delgado de Arequipa, a distintos albergues de ancianos y la iniciativa de la Sociedad Nacional de Industrias denominada “Respira Perú”, que pudo proveer una planta de oxígeno a EsSalud, en Arequipa. “El principal legado que quiere dejar La Ibérica a los peruanos es hacer las cosas bien, siendo siempre honestos en nuestro trabajo y entregando un producto auténtico. Nuestro mensaje en este bicentenario es: lo bueno se mantiene”, señala Claudia, quien agrega que, como celebración por los 200 años del Perú, la empresa ha relanzado el primer producto que elaboraron hace 112 años: la tableta de chocolate a la taza x 200 gr. en edición limitada y en su empaque original.
RENZO COSTA, empresa que se reinventa
Renzo Costa es sin duda alguna uno de los mejores ejemplos de empresas creativas e innovadoras. La compañía peruana, dedicada al rubro del cuero, ha logrado consolidarse, no solo en el país, sino también en el extranjero, tras muchos años de esfuerzo y dedicación. Sin embargo, el camino no ha sido nada fácil. La empresa, liderada por Marina Bustamante, fundadora de la marca, tuvo que sortear muchas dificultades y reinventarse constantemente para salir adelante.
El gusto de Marina por el cuero empezó desde que era niña, de la mano de su abuelo, que se dedicaba a curtir el material. A los 16 años, la joven ya hacía cinturones de cuero de manera artesanal y muy pronto llegaron las carteras. Paralelamente a sus estudios de psicología, Marina seguía con su pequeño negocio que cada día crecía más. Así, con solo 20 años, abrió su primer local en el entonces cotizado Jirón de la Unión y bautizó la tienda con el nombre de su primer hijo: Renzo Costa.
En poco tiempo la empresa ganó fama y reputación. Con una nueva tienda y una buena cartera de clientes, Marina decidió viajar a Buenos Aires para aprender más sobre la confección de casacas de cuero, rubro en el que incursionó. El éxito llegó pronto, lo que le permitió abrir muchas más tiendas. Sin embargo, el terrorismo y la hiperinflación obligaron a Marina y a su familia a mudarse a Chile.
Desde el país del sur, Marina seguía dirigiendo su empresa y sus locales en Perú seguían atendiendo, y después de varios años, la empresaria al fin pudo regresar al país. Pero pronto llegó una nueva prueba: el fenómeno de El Niño de 1997, que llevó al negocio al borde de la quiebra. Entonces nadie compraba casacas de cuero y Marina estuvo a punto de vender su negocio. Sin embargo, la empresaria aprendió que toda crisis representa una oportunidad y decidió incursionar en el negocio de las billeteras y accesorios, donde nuevamente triunfó.
Renzo Costa tiene presencia actualmente en 16 ciudades del Perú, con tiendas en diversos centros comerciales, donde ha ampliado su portafolio de productos a zapatos para hombre. Además, a fines de noviembre de 2019, abrió su primera tienda de chocolates premium y planea lanzar a fin de año su línea de perfumes. Con la pandemia la marca ha dado un nuevo impulso a su e-commerce, el cual planea convertir en un Marketplace, donde el usuario pueda encontrar otras categorías de productos. En tanto, la empresa ya cuenta con la autorización para hacer delivery y ha implementado su propia flota de logística para cumplir con los repartos a tiempo.
MOIXX Y NOW, apuesta por el Perú
Corporación Textil Unidos, la matriz que agrupa a las marcas Moixx y Now, es una empresa huancaína que nació en los años 80, en plena época del terrorismo. Irma Carrillo, fundadora y gerenta general de la compañía, que también es ingeniera agrónoma, decidió dejar su empleo para cambiar de rubro y tentar suerte en el mundo de los negocios. Con una máquina de tejer que le dejó de herencia su padre empezó confeccionando y comercializando chompas, pero, ante la inestabilidad social y política de la época, decidió trasladarse a Lima.
Con los años y con la importación de accesorios desde China, el negocio de Irma fue creciendo y ganando mercado. Posteriormente, con el soporte de sus hijos, que son profesionales, la empresa creció y se modernizó y surgió la marca Moixx, que comercializa prendas y accesorios de moda femenina. Muy pronto también llegó Now, marca que está dirigida a un público más joven y que rápidamente logró gran aceptación.
Posicionadas en el mercado de la moda, hoy en día ambas marcas cuentan con 42 tiendas en Lima, Trujillo, Chiclayo, Huancayo y Arequipa. Además, la compañía tiene la marca Cheap and Cool, que está enfocada en remates para el segmento femenino.
Pero la pandemia también llegó y afectó a esta empresa. Afortunadamente, durante la época del terrorismo, Corporación Textil Unidos ya había aprendido de las experiencias duras de la vida y esa situación le sirvió para manejar con paciencia y prudencia su economía en tiempos de crisis. Por ello, de inmediato, se dio impulso al e-commerce, que ya estaba desarrollado y fue repotenciado, logrando en poco tiempo liderar las ventas del mercado.
Aunque la compañía aún no retoma los niveles de venta de antes de la pandemia, en ciertos puntos de venta se han superado los records logrados en 2019, que fue su mejor año, sobre todo en el mercado juvenil. Además, la empresa se proyecta a seguir creciendo y abrir más tiendas en Arequipa, Huancayo, Trujillo y Chiclayo.
Pero más allá de las cifras, Corporación Textil Unidos es una empresa que apuesta por el Perú. De hecho, acá se produce el 95% de las prendas que comercializan, lo que permite dar empleo a decenas de familias peruanas. Además, en esta compañía se trabaja en equipo y se mantiene el modelo de negocio familiar, lo que da agilidad a los negocios y la toma de decisiones. Otro de los valores que maneja la empresa es el empoderamiento de la mujer, pues al posicionar dos de las marcas con mayor éxito comercial en el ámbito femenino peruano se busca inspirar a otras mujeres a cumplir cada una de sus metas sin miedo a los obstáculos.