Hay momentos en los que todo emprendedor pasa por el dilema entre pensar como un empresario o hacerlo como un gerente. Aunque ambos deban tomar decisiones igual de importantes, hay cosas que los hacen diferentes y que debes tener en cuenta.

Lo primero es tu sueldo. Si la empresa está en apogeo o en quiebra, el gerente igual recibe su salario, no le interesa necesariamente de dónde o cómo es que los dueños consiguen ese dinero pero él no se inmuta. Sabe que a fin de mes ese dinero estará en su cuenta bancaria. Sin embargo es distinto contigo, querido emprendedor, porque ‘cuando las papas queman’ hay que ajustarse de cualquier manera. Tu salario no siempre es el más elevado, tú sabes que estás creciendo y entiendes que la empresa es más importante que tu comodidad y tus lujos. Si estas en este camino del emprendimiento es porque sabes que los beneficios llegarán pronto. Y sabes, también, que por ganar un poco más no vas a destruir lentamente tu negocio.

Por otro lado es dejar de ver comisiones y empezar a mirar las utilidades, es difícil, créeme. Sobre todo para alguien como yo quien se acostumbro a recibir más del 50% de su sueldo en ellas. Pero ahora es distinto. Lo importante no son las comisiones sino cuán rentable es tu empresa. Tienes que buscar vender como nunca y que tus costos sean los menores posibles. Es momento de que empieces a ver las cosas de una forma más panorámica.

Finalmente, mientras un gerente da una lista de requisitos para poder llegar a la meta de ese año (en donde incluye oficina nueva, mejor personal, auspicios y un plan de marketing más robusto), un buen emprendedor solo necesita un lugar donde sentarse, una tarjeta de presentación y un teléfono. Nada más es indispensable para que tu negocio llegue a las estrellas. Por eso somos distintos. Porque nosotros creamos el imperio con pocos recursos, con pocas manos pero con mucho, pero muchísimo esfuerzo.